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El frío heraldo del invierno azotaba las aguas del río con saña, susurrando un lamento que helaba la sangre hasta convertirla en cristal. Bajo la sombra del puente, ella, una estatua esculpida en la melancolía, permanecía inmóvil, con la mirada perdida en el vacío, como si sus ojos se hubieran convertido en dos pozos sin fondo que reflejaban la nada.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, una sensación de vacío tan profunda que amenazaba con tragarla entera, como si fuera a ser absorbida por la oscuridad que la rodeaba. Las nubes, un ejército de espectros encapuchados, se arremolinaban en el cielo, ocultando la luna y las estrellas, dejando solo la tenue luz de las farolas para iluminar la escena. La niebla, como un velo fantasmal, se elevaba del río y se extendía por la ribera, creando una atmósfera fantasmal y surrealista. Un silencio espectral reinaba, solo roto por el susurro del viento y el lejano sonido de las olas golpeando contra la orilla.

Su vista comenzó a nublarse, los colores se mezclaron en una paleta desvaída. Los sonidos se amortiguaron, como si los escuchara a través de una densa capa de agua. La fragancia del río se volvió rancia, metálica. Su tacto se volvió insensible, la piedra se transformó en una fría y áspera mortaja, su textura áspera se imprimió en sus manos.

En ese escenario, se encontraba sola, a merced de sus propios demonios, con la única compañía de la gélida brisa y la oscuridad omnipresente. Un último pensamiento cruzó por su mente, una súplica desesperada por un poco de calor, por un rayo de luz que rompiera la tiniebla que la envolvía.

La oscuridad la devoró, dejando solo un silencio infinito, un vacío sin fondo que se tragó su alma y su último aliento.

En su último aliento, sus sentidos se fundieron con el frío y la oscuridad. La vista se nubló, los colores se difuminaron en una paleta desvaída. Los sonidos se amortiguaron, como si se escucharan a través de un velo de agua. La fragancia del río se volvió rancia, metálica. El tacto se volvió insensible, la piedra se convirtió en una mortaja fría y áspera, su textura áspera se grabó en sus manos.

La oscuridad la envolvió, un vacío sin fondo que se tragó su alma y su último aliento.